Las historias de vida de las madres de Soacha hablan de hijos desaparecidos a los que nunca volvieron a ver (algunos aparecieron muertos y de otros nunca se volvió a saber). Me llamó la atención que en todos nuestros encuentros (con estas madres o con cualquier otra víctima o entrevistado) siempre se ofrecía un tinto (café) como una manera de integración entre los que contaban y los que escuchaban. Algunas de esas reuniones sucedieron en las casas de esas madres, en sus espacios íntimos, alrededor de unas mesas de comedor y con fotografías de los seres queridos desaparecidos colgando de las paredes como testimonio de su recuerdo. El sonido de sus voces, el tinto, las fotografías, los muebles formaban un espacio donde uno podía sentir el dolor de manera intensa, pero especialmente la sensación de soledad en el antes y el después de nuestra visita.

La pieza.

Sobre la mesa una o varias tazas con tinto. Alguna foto, una cafetera, una lámpara... El espectador se aproxima a la mesa y al hacerlo activa un sensor que pone en movimiento las cucharillas sumergidas en el café como si lo estuviese removiendo una figura que no vemos, la lámpara se enciende, una pastilla contra el olvido comienza a hacer efervescencias, un papel oficial con malas noticias se retuerce como arrugado por una mano invisible, de la cafetera sale el humo del café recién hecho.
Es un espacio que habla de las ausencias y de la soledad, un espacio donde la vida sigue latente pero prevalece la ausencia, la sensación de que falta alguien pero que su recuerdo y emoción sigue presente.

CASA//ARTE se celebró del 12 al 15 de diciembre de 2013 en la Galería de Cristal de CentroCentro Cibeles. Madrid