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Reliquias

 
Alfileres y pipas

El arroz ahoga a los pájaros.En las bodas se lanza arroz a los novios para que procreen muchos hijos. Esta tradición se inició en Oriente, donde este grano se considera un símbolo de fertilidad. Hoy se lanzan pétalos o semillas de girasol para proteger los pájaros que vienen a comer, ya que el arroz los ahoga. (www.regalosdibenedetto.com)

No se sabe exactamente dónde se fraguó la noticia de que los pájaros se ahogasen al tragar granos de arroz. Lo cierto es que diversas páginas Web dedicadas a la organización de bodas reproducen literalmente el texto anterior. El famoso proceso del copia y pega ha propagado el mito en toda la red. Resulta más sorprendente, sin embargo, constatar que el lanzamiento de semillas de girasol -en principio mucho más propicias a provocar el ahogamiento de estas aves- esta desbancando el uso del arroz.

Aunque la Sociedad Ornitológica para la Experimentación con Canarios y Palomas en su informe anual ha verificado la muerte de, al menos, doce gorriones por atragantamiento; recomienda, sin embargo, que la sustitución del arroz por pipas sea gradual hasta que puedan conocerse nuevos informes sobre la incidencia que este cambio puede tener en los pájaros. En Toledo las muchachas encuentran novio si echan alfileres a la Virgen. Se cuenta (esta es sólo una de las treinta versiones que circulan por la ciudad) que una muchacha toledana tenía amores con un hombre cuyos padres no veían con buenos ojos el noviazgo y lo mandaron a Italia. La muchacha, desconsolada al recordar a su amor, se clavaba alfileres para no caer desmayada. Un día pidió ayuda a la Virgen, que en una aparición le dijo: "Yo también he sufrido. Aguarda". Días después, cuando la doncella iba a clavarse otro alfiler, apareció el novio arrepentido y más amoroso que nunca. La Virgen llamada desde entonces de los Alfileritos se convirtió en la patrona de los enamorados de Toledo. Al principio, el rito para hacer volver al novio díscolo, consistía en que la moza se clavara un alfiler y lo echara en la hornacina de la Virgen y esperase a lo largo de mil días, para dar tiempo a al novio a regresar. La costumbre se fue degradando con el tiempo, las mozas dejaron de pincharse con los alfileres y el plazo se redujo a unos cuantos días. Además se incorporaron al rito las muchachas que buscaban novio. Según la tradición el alfiler permite elegir las características del novio: un alfiler con cabeza blanca si los prefieren rubios; con cabeza negra si quieren que sea moreno, largo si quieren que sea alto y fornido, y corto si lo prefieren bajito pero saleroso.

En 1999 debido a un trágico error humano los invitados a una boda -en Toledo- lanzaron alfileres en vez de pipas a los novios. En urgencias se constataron 426 heridas producidas por objeto punzante. El psicólogo de familia Esteban Cocobra analizó este suceso, entre otros, en su tesis doctoral Fenómenos de veneración y su influencia en los acontecimientos venideros (Cuenca, 2003) y determinó que las 23 parejas que asistieron a la ceremonia rompieron su relación para volver con novios anteriores. Pudo verificar además que el número de amantes que circundaron a los asistentes -parejas o no- durante un periodo de tres años fue exactamente de 426. Estos datos le permitieron aseverar que existe relación directa entre lo que se le atribuye a la virgen y los hechos testimoniados.

Pero lo más interesante es que, el día siguiente al accidente, los servicios de limpieza recogieron siete urracas aparentemente ahogadas por consumo de semillas de girasol. Semillas que nunca se llegaron tirar.

Fragmento del Arca de Noé

La mayoría de los estudiosos hebreos cree que el codo, unidad de medida en la que se realizó el Arca, es de 45 centímetros. Esto significa que el arca habría tenido 135 metros de largo, 22,5 metros de ancho y 13,5 metros de altura.

El arca no tenia velas ni timón. Su función no era ir a ningún sitio sino la de flotar.

Se dice que el Arca de Noé se encuentra en el monte Ararat. Ya Beroso, un sacerdote babilónico, que vivió en el siglo III a. C., afirmaba que la gente subía al monte para coger restos del arca y confeccionarse amuletos mágicos.

El historiador judío, Flavio Josefo, protegido del emperador Vespasiano, aceptaba la existencia de los restos del arca. En el siglo IV, Epifanio, el obispo de Salamina, autor de obras apologéticas, exclamaba: "¡Suponéis seriamente que somos incapaces de demostrar nuestras afirmaciones, si hasta hoy en día se muestran los trozos del Arca de Noé en el país de los kurdos?".

Sangre licuada.

La fama universal de que goza San Jenaro se debe a un milagro que sucede todos los años, desde hace 400, en Nápoles. Un sacerdote expone en el altar una ampolla e vidrio del tamaño de una pera, que contiene la sangre solidificada del santo. La coloca frente a la urna que contiene la cabeza del santo. Todos empiezan a rezar, y de un momento a otro la sangre que estaba sólida y negruzca se vuelve líquida y rojiza, y crece de tamaño dentro de la vasija que la contiene.

El fenómeno de la licuación puede producirse como licuación parcial o ramificamiento venal, o bien como globulinación en expansión, que normalmente necesita un recipiente que recoja la sangre liquida como es el caso de la de San Jenaro.