Jaulas, el hábitat del enano

 

Eduardo Garnier en su curioso libro Enanos y Gigantes publicado en Barcelona por la Biblioteca de Maravillas en 1886 (reeditado en edición facsímile por Paris -Valencia, 1993) menciona en su página 176 a la Enana del Universo, exhibida en 1700 en Stocks´Market. “Puede verse a todas horas de día, hasta las 9 de la noche. Sólo tiene dos pies y ocho pulgadas de estatura (0m,808, med. Ing.), y es madre de dos niños, tan completa, como la más pintada de Inglaterra. Es conducida en una caja al domicilio de todos los gentleman que deseen verla“.

La costumbre de llevar a enanos a domicilio y encerrados en cajas, era -según escribe Garnier- bastante general. El mismo da referencia de un anuncio publicado en la prensa inglesa y que corrobora su aseveración: “Por autorizad del Rey. En la posada del Cuerno de ciervo se podrá ver, mientras dure la feria de San Bartolomé, la extraña curiosidad siguiente: la Mujercita Hada, recién venida de Italia, de sólo dos pies y dos pulgadas de alto (0 m, 658), la más pequeña que se haya visto jamás en Inglaterra, y no contrahecha como las dos enanas que, encerradas en cajas, se llevaban de casa en casa hace algunos años; esta tiene trece pulgadas menos que aquellas. Si algunas personas desearen verla en su domicilio, estamos dispuestos a servirlas a cualquier hora del día“.

Durante varios años existió la tradición de sustituir las cajas de madera o cartón con agujeros para poder respirar por lo que se llamó jaulas de oro. Realizadas en materiales menos nobles que el oro servían no sólo para transportar a los más pequeños entre los enanos sino para que vivieran directamente en ellas. Consistían, básicamente, en pequeñas casitas construidas dentro de jaulas.