En la tradición científica occidental las imágenes de animales extraños o de países remotos incluidas en prácticamente todas las obras de historia natural hasta bien entrado el siglo XVII se realizaban principalmente a partir de descripciones literarias. La trascripción iconográfica de la parte literaria ha sido el origen de muchas de las monstruosidades que han poblado los tratados de zoología.
Como tributo a este juego que transforma la realidad tridimensional en literatura sin dimensión y la literatura sin dimensión en imágenes bidimensionales se ha realizado una serie de piezas que cierran el ciclo transformando la imagen bidimensional nuevamente en tridimensional pero manteniendo el aspecto de la distorsión.