La costumbre de meter barcos en botellas inspiró a una botánica francesa (Marie d`moralege) la realización de una serie de árboles embotellados que denominó inframundos. Obsesionada por la idea de que una realidad paralela podía ser posible dentro de estos frascos, murió loca creyendo que por las noches reducía su tamaño hasta poder introducirse en los tarros para estudiar in situ la extraña naturaleza allí contenida.